Diseño de y Arquitectura de Guerrilla. 11-05-11
Intervención del espacio por vías no convencionales.
D.I. Cuauhtémoc Contreras
Las acciones de guerrilla son intervenciones no autorizadas en los espacios públicos que recuperan, revalorizan o integran formas de convivencia y socialización positiva en lugares que fueron pensados sin criterios humanistas o que los han perdido a lo largo de su existencia.
Las acciones de diseño de guerrilla consisten en la producción y colocación de objetos de diseño en espacios públicos desde la clandestinidad y con fines de crítica política a los patrones de uso del espacio y de jerarquización de personas y objetos, se trata de una vía de acción desproporcional al poder y la dimensión de los lugares donde se interviene. Una guerra asimétrica en la que las convicciones de los bandos en pugna son más importantes que los medios de los que se disponga. Estas intervenciones aumentan en escala u osadía en la medida que las condiciones sociales se hacen adecuadas a su presencia.
Las ciudades son los lugares ideales para las intervenciones de guerrilla ya que conjuntan espacios creados sin criterios de satisfacción humana precediéndolos en importancia hacia algunos de nuestros objetos y a una población insatisfecha con su experiencia y percepción dentro del espacio urbano. La intervención clandestina resulta un modo contundente y amplio de expresar un discurso crítico. Además de una negación al pensamiento paranoico de los teóricos de la vigilancia absoluta que se expresan hoy día en la idea de colocar cámaras y robots para la supervisión de la gente
La incursión de un objeto arquitectónico de guerrilla implica una intervención de escala tal que los objetos atacantes sean de una dimensión donde el individuo sea capaz de interactuar dentro del propio objeto. Las fronteras entre el diseño de guerrilla y la arquitectura de guerrilla no son claras, en ambos casos se busca plantar un objeto en medio de un área susceptible de reivindicación publica, el diseño de guerrilla busca la reapropiación del espacio por parte de las personas, mas allá de las instituciones, pero la escala de los proyectos no permite la creación de grandes objetos que puedan definirse claramente como espacios arquitectónicos, aun así frecuentemente crea objetos con una escala tal que las personas pueden permanecer o interactuar en su interior, es decir parece frecuentemente cruzar la escala del diseño para entrar en la escala de la arquitectura, aunque claro no pretende con esto terminar el debate de los campos de interés de una y otra profesión.
No obstante la escala de las acciones no es un problema en estas intervenciones, la escala se ajusta a los recursos disponibles, ya que hay que decir que quienes realizan estas acciones no pueden realizarlas sino como una donación al mundo, en estas acciones no hay ganancias monetarias, hay desembolsos, responsabilidades y riesgos; quienes las realizan toman su carga respecto a su propio trabajo, intervienen el espacio con una motivación clara y con riesgos conocidos.
Aun así nada impide prospectar acciones de escalas espectaculares, como las intervenciones parasitas en edificios existentes, esta expresión arquitectónica es de momento un anhelo de quienes critican el mundo construido, pero si las acciones de guerrilla se siguen multiplicando, no habría por qué creer que no sean la consecuencia lógica de nuestra sociedad.
Los ejercicios de diseño de guerrilla y arquitectura de guerrilla, parten de principios sencillos, para que un diseño o una obra arquitectónica se pueda considerar como una acción de guerrilla es necesario que no pidan permiso para intervenir en un espacio, pero la clandestinidad no es por sí sola una muestra de legitima acción de guerrilla y esto es punto de partida para considerar los limites de las acciones de guerrilla, además de distinguir entre las acciones que si lo son de aquellas que lo pretenden.
Las intervenciones de guerrilla deben pretender modificar en un sentido positivo la convivencia y el espacio social, la intencionalidad de mejoría publica y los valores del humanismo que reflejan las acciones de guerrilla determinan muchas de sus expresiones, y muchos de sus enemigos, las acciones de guerrilla buscan revalorizar la condición humana por encima de las pretensiones híper tecnológicas de la época, buscan mostrar la reivindicación de actividades cotidianas que requieren del esfuerzo físico como el caminar y el pedalear, buscan renovar el paisaje urbano con plantas y flores, e imponer la importancia de estas por sobre bienes tecnológicos como los autos y los edificios, buscan en definitiva renovar la escala de valorización de los objetos y seres dentro de los espacios públicos, son una forma de critica que no solo no juega dentro de las reglas del sistema sino que además acciona fuera del tiempo del sistema, las acciones de guerrilla buscan ejercerse en instantes en los que parezcan haber surgido de la nada, en un modo de operación que de ser exitoso deslinda a quien lo hace de crédito por su acción pero no de responsabilidad, no suele haber un interlocutor visible en una acción de guerrilla, son una suerte de acciones quijotescas pero ancladas en objetos tangibles y útiles para la sociedad y no solo en actos de valor y reivindicación poética.
Una de las expresiones de guerrilla urbana más recurrente es la jardinería de guerrilla, un tipo de acción que puede ser catalogada como arquitectura del paisaje o como agricultura no autorizada. Es una práctica surgida en Japón hace 30 años, pero cuyas expresiones se han vuelto más sofisticadas en la medida que se adecuan a cada contexto, en el Reino Unido pretenden transformar los espacios públicos en jardines coloridos, en Argentina se plantan alimentos que cualquiera puede cosechar y un colectivo coreano de diseñadores ha propuesto una expresión más tecnológica que la prospecta como un modo para detener la desertificación del mundo usando bombas de racimo. La expresión más sencilla y a la vez poética de esta intencionalidad son las pequeñas bombas de semillas
que se fabrican en casa y se lanzan a terrenos baldíos con la intención de convertirlos en jardines públicos.
La intencionalidad política de las intervenciones de guerrilla es parte fundamental y constituyente de las mismas, sin embargo la lectura política de estas intervenciones no está garantizada en el mismo nivel desde el emisor hasta el receptor, el dialogo que se logra no es directo sino que esta filtrado a través del propio objeto, este objeto coloca un discurso a través de su existencia en el espacio público, es de hecho una crítica a la convivencia y un modo de intervenir en la realidad de la vida social de un lugar. Cuando se decide colocar una intervención de guerrilla se está tomando una decisión política sin resultados garantizados, solo la respuesta de entusiasmo positivo por parte de quienes transitan, existen, viven y utilizan el propio objeto determina que la acción es exitosa en sí misma.
Al igual que una acción militar de guerrilla, el diseño de guerrilla depende del apoyo público a su causa y a su existencia para ser exitosa y persistente, las condiciones y el ánimo de la sociedad son el factor determinante en que la acción en si misma sea comprendida de manera similar o equivalente entre emisores y receptores, y es además la razón por la que podrá persistir como objeto en el paisaje.
Los actores que pueden reivindicar las estrategias de guerrilla y la reapropiación del espacio público no pueden ser los mismos que detentan las estructuras de poder constituido, son esos actores los que de principio convirtieron las zonas urbanas en un medio hostil y limitado, si bien pueden replicar objetos extraídos de las intervenciones de guerrilla, no pueden replicar las circunstancias y hechos de las acciones legitimas de los individuos desclasados que realizaron las acciones en un principio. Un gobierno o empresa pueden pretender acciones que aparenten ser clandestinas, pero ello no cambia los hechos.
Pensemos en la creación de carriles ciclistas, su necesidad fue expresada originalmente por jóvenes europeos que en fiestas publicas que tomaban las calles exigiendo el espacio público para los seres humanos y no para los autos, sus acciones incluyeron trazar carriles ciclistas y plantar árboles en el pavimento, sus acciones lograron que muchos de esos espacios reivindicados para la sociedad fueran respetados y sigan en uso. Hoy a mas de una década de esas acciones los gobiernos que se quieren montar el logo de progresistas crean sus propios carriles ciclistas aun cuando casi nadie los use, o cuando solo se usen en barrios de ricos. La desconexión entre la voluntad pública y la acción pública es el factor que determina el fracaso de unos y el éxito de otros.
Para entender la política detrás de una intervención de guerrilla se debe considerar a los objetos como atacantes, este es un enfrentamiento entre concepciones políticas y está integrado por grupos organizados, por ende cumple con la concepción general de guerra, pero en este caso las acciones se desarrollan mediante la presencia de objetos, estos objetos son los atacantes, se colocan y su presencia, su uso, y su reivindicación se vuelven la acción concreta intrínseca en el objeto.
El antagonista del objeto de guerrilla es el artefacto impulsado por la moda y con el respaldo de la mercadotecnia, el objeto que desde la producción masiva celebra la situación presente en la sociedad sin criticarle. Su presencia no es clandestina aun cuando lo aparente. Los objetos de este tipo se valorizan por encima de las personas que los utilizan, las personas mismas se vuelven complementos secundarios a la presencia del objeto mismo, la condición humana se ve relegada por la naturaleza simbólica del gadget. La publicidad de guerrilla entra en este grupo, si bien su aparición aparenta ser clandestina, no carece de permiso legal, su intención no es la mejoría del espacio público sino la saturación del mismo con publicidad, si bien una parte de la intención es crear objetos que resulten divertidos, imprevistos, irónicos o incluso re significantes del espacio; el objetivo claro y explicito del marketing de guerrilla es la presencia de propaganda comercial en espacios innovadores y no aprovechados.
El marketing de guerrilla no trata de mejorar la vida pública, no espera que las personas sean más importantes que los objetos, pretende entre otras cosas convertir todo espacio urbano disponible en un anuncio comercial. Esta estrategia de ultra comercialización del espacio es un paso lógico para transformar los espacios públicos en propiedad privada. No obstante es una de las expresiones más ingeniosas de la grafica contemporánea.
En el caso de la Ciudad de México hemos desaprovechado el potencial creativo de nuestra sociedad habituada a la construcción de estructuras que invaden el espacio público, tenemos los mayores mercados temporales del mundo, creamos ciudades con lonas y tuberías, pero lo hacemos reivindicando mafias de comerciantes que se plantan en las calles sin considerar el bien común o la mejoría de la vida pública. No hemos sido capaces de expresar una crítica a la vida pública a través de objetos que no estén apadrinados por alguna estructura de poder, es necesario repensar la ciudad mas allá de islas destinadas al turismo y la prensa internacional, necesitamos repensar la ciudad desde las infinitas colonias populares donde la reivindicación publica es urgente.
Conocemos además de las expresiones de arquitectura de la miseria, objetos creados por indigentes (homeless) capaces de crear espacios habitables con materiales de desecho de nuestra sociedad, si bien no son construcciones destacables por virtuosas, si son funcionales dentro de márgenes mínimos. Esto quiere decir que existe ya en la sociedad local el potencial de crear objetos y espacios que transformen nuestra comprensión de la ciudad y sus interrelaciones.
Y dentro de la ciudad existen un tipo de micro ciudades con una cultura y practica propia, estas son los campus universitarios, espacios que se pueden analizar por separado, son ciudades que reflejan a una micro escala el ánimo de la sociedad, en el caso del campus Aragón de la UNAM, ese ánimo es conservador y limitado, no vemos expresiones que reflejen un pensamiento de vanguardia ni una intención transgresora de nada. Se necesita que sin llamado y sin previsión aparezcan en el espacio expresiones arquitectónicas o de diseño que pongan en jaque el conservadurismo burocrático que conocemos.
